Esta actividad consistía en prepararse una
estrategia (lectura, cuentacuentos o narración con libro) con un libro infantil
o un texto literario elegido por nosotras, para después compartirla con
nuestras compañeras en grupos de tres y servirles de ejemplo, ya que, cada una
del grupo disponía de una estrategia diferente.
Yo escogí la estrategia de lectura porque,
sinceramente, me parecía la estrategia más sencilla y la que menos tiempo
llevaba prepararla, ya que, en ese momento, estaba bastante ocupada y no
disponía del tiempo suficiente para dedicarle mucho tiempo a su preparación.
Para realizar esta estrategia, escogí el
libro de Por cuatro esquinitas de nada,
de Jerome Ruillier, ya que fue un libro que, durante mi periodo de prácticas,
la profesora leyó a los niños, y el cual me gustó mucho, ya que trataba de la
diversidad, explicada de un modo que es perfectamente entendible por los niños.
Para preparar mi estrategia, lo primero que
hice fue leérmelo un par de veces para ver
cómo eran las frases y las imágenes que aparecían. Posteriormente, me lo volví
a leer, pero esta vez pensando en la entonación que le iba a poner a cada una
de las frases al leerla.
Una vez que ya sabía más o menos la
entonación que iba a utilizar y creía que ya estaba preparada para leerlo,
decidí leérselo a mi hermana, lo cual no me sirvió de mucho, ya que me dijo que
lo había hecho bien pero no me dio ningún argumento acerca de ello. Por lo
tanto, decidí leerlo para mí misma, poniendo la entonación que creía adecuada
en cada frase, y pasando las páginas igual que lo haría en clase, para asegurarme
de que estaba realmente preparada para leerlo.
En clase, cuando lo leí, noté bastante la
diferencia a como me había salido en casa al leérselo a mi hermana, pues los
nervios hicieron que me saliese peor a como lo había preparado.
En total en clase lo leí tres veces. La
primera vez que lo leí, mis compañeras me dijeron que le pusiera más alegría al
leerlo y que enseñara más el cuento para que se pudieran ver más las imágenes.
También me dijeron que elevara el tono de voz, ya que lo había leído algo
bajito.
Teniendo en cuenta lo que me habían dicho la
primera vez, se lo leí otra vez a otras tres compañeras. Esta vez, lo que me
dijeron fue que lo había hecho bien, pero que tenía que señalar más los dibujos
y pasar las páginas más despacio, para que pudieran ver las imágenes más
tiempo.
Entonces, teniendo en cuenta lo que me habían
dicho en las dos ocasiones anteriores, lo leí una última vez, en la que me
dijeron que la forma en la que ponía el libro era adecuada para que todas
pudieran ver las imágenes, pero que le tenía que poner más énfasis y más
entonación al leerlo.
Por lo tanto, considero que mi evolución ha
sido positiva, ya que cada vez me han ido diciendo menos cosas que tenía que
mejorar, y además, a cada vez que lo leía estaba menos nerviosa, lo que también
facilitaba la realización de la estrategia.
Si esta lectura, la hubiese realizado con
niños, antes de leerlo, les enseñaría la portada y les preguntaría que de que
creían que iba a ir el cuento o que qué creían que iba a pasar en él. Durante la lectura, lo que haría sería ponerle
más entonación e intentar captar la atención de los niños con ella. Y, por
último, una vez finalizada la lectura, les preguntaría a los niños que si les
ha gustado el libro, comentando con ellos la historia del mismo. También
hablaría con ellos acerca de las imágenes que aparecen en él y si sabían o
saben cómo se llamaba cada una de ellas.
Por último, una vez finalizada esta actividad
en clase, puedo llegar a la conclusión de que, no solo para leerle un cuento a
los niños, sino también para narrárselo o para hacerles un cuentacuentos, hay
que dedicarle tiempo para prepararlo, ya que hay que tener en cuenta varios
aspectos, como la entonación o la posición del libro mientras se lee o se
cuenta, además de lo que se haría antes y después de la lectura, la narración o
el cuentacuentos.
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